El emblemático Hotel Majestic de Barcelona cumplirá este martes 104 años llenos no solo de historia, con episodios como los tres meses de hospedaje de Lorca en 1935 o el Pacto del Majestic entre CiU y PP en 1996, sino también repletos de arte pues en sus nueve plantas se reparten 1.000 obras de todo tipo.
El mismo año en que tuvo lugar el histórico acuerdo que tuvo como resultado la llegada de José María Aznar a la Moncloa, el Majestic llevó a otra dimensión la experiencia hotelera al ser el primer establecimiento en España en organizar una feria como el ‘New Art’, en que artistas jóvenes exponían sus obras en las habitaciones del lujoso establecimiento.
En la exposición, que llegó a tener 10.000 visitantes a 500 pesetas la entrada, “uno de los artistas puso un trozo de carne en una de las camas y tuvieron que retirarlo porque, claro, se pudría”, explica a Efe el guía turístico del hotel, Gonzalo Salaya.
Desde entonces, el edificio, que actualmente tiene nueve plantas y 272 habitaciones, se ha convertido en una especie de hotel-museo que exhibe las más de 1.000 obras de arte que llenan sus paredes y que comprenden 500 años de historia del arte.
“Los huéspedes pueden encontrar cuadros que van desde el gótico tradicional del siglo XV de Gonçal Peris, que se encuentra en la planta principal del edificio, hasta un arte más contemporáneo, como el informalismo del siglo XX de la mano de Antoni Tàpies, que se halla en el pasillo de habitaciones de la cuarta planta”, detalla Salaya.
La colección de arte, que incluye pinturas y esculturas que pertenece a los propietarios del Hotel Majestic, la familia Soldevila Casals, despierta la imaginación de los visitantes y rompe con antiguas creencias artísticas.
“A veces, pensamos que la pintura es bidimensional y la escultura es tridimensional, pero en el Majestic tenemos una colección en la que las líneas de la pintura y las de la escultura se difuminan”, afirma el guía turístico, que cree que el hotel consigue “jugar con las perspectivas”.
Muestra de ello son las ‘Meninas’ (1996) de Alfonso Alzamora, un tríptico de 150 x 75 centímetros que corona la escalera principal del hotel en su acceso al primer piso y que, si el cliente mira al espejo que se encuentra en la pared opuesta del cuadro, sentirá que forma parte de él, como en la obra de Velázquez.
El Majestic, que se construyó en el Paseo de Gracia inicialmente con 100 habitaciones, aumentó en los años 70 su número de aposentos hasta los 330, aunque el cambio de costumbres de los turistas redujo la cifra hasta las 272 suites actuales.
“En estos momentos, la mayoría de habitaciones del hotel son dobles, por lo que tiene una capacidad de hospedar a cerca de 600 personas, aunque la media está en 450 huéspedes”, especifica a Efe el relaciones públicas del Majestic, Santiago Martín.
Los precios de estas habitaciones, que varían en función del tamaño -desde las habitaciones más pequeñas, de unos 22 metros cuadrados, a la Majestic Royale Penthouse, que es la suite más grande de Barcelona con 469 metros cuadrados-, tienen un coste medio de 300 euros por noche.
“Nuestros clientes son en un 90 % internacionales, sobre todo norteamericanos, que ocupan el 30 % de nuestras reservas, seguidos de los clientes de Oriente Medio y de los europeos, que representan entre un 8 % y un 12 % de nuestros huéspedes, en especial de Francia, Inglaterra, Italia y Alemania”, relata Martín.
Con el estallido de la guerra en Ucrania, el porcentaje de clientes rusos ha caído considerablemente.
El Majestic, dirigido por Pascal Baillard desde 2013, presume de tener la plantilla más estable del sector de la hostelería en la ciudad, puesto que algunos empleados actuales llevan cuatro décadas en nómina.
“Tenemos a familias casi enteras trabajando en el hotel porque se conocieron aquí y se casaron”, afirma Martín, que menciona el caso de uno de los empleados más longevos, Antonio Rodríguez, que empezó como ayudante de botones con 16 años y actualmente es director de alojamiento del hotel.
“El Majestic es un hotel que tiene alma y que ha estado involucrado con la ciudad desde hace más de cien años y, pese a todo este tiempo, sigue siendo un hotel familiar -pertenece a la misma familia desde sus orígenes-, y estos dos vínculos nos hacen únicos”, concluye Martín rodeado de arte e historia.