Se calculan que, durante las fiestas, engordamos una media de dos kilos.
Las cañas, las tapas y el buen comer, se incrustan en las zonas más conflictivas de nuestra anatomía, convirtiendo en una misión imposible introducirnos en esos vaqueros en los que nos deslizábamos sin problemas antes de las vacaciones.
Obsesionados con la idea de volver a nuestro ser lo antes posible, correr se convierte en la primera opción que se nos viene a la cabeza.
Pues parece ser que no siempre, puede que, durante las primeras semanas, observemos con satisfacción cómo la báscula nos sonríe pero, sin un plan claro que se ajuste a nuestras características y necesidades, terminaremos por estancarnos, perder la motivación y arrojar la toalla.
El éxito radica en la variedad.
Como en cualquier ámbito de la vida, hacer las cosas a lo loco o caer en la monotonía también resulta letal en la actividad física.
Para bajar de peso corriendo lo más importante es meter variaciones en cada sesión que realicemos. Aunque suene duro decirlo, no sirve de nada salir dos días a la semana para hacer siempre lo mismo, el mismo tiempo, la misma distancia y la misma intensidad porque el cuerpo se acostumbra; no se produce ninguna mejora en nuestra condición y, al no obtener los resultados que esperábamos, abandonamos.
Lo de dar vueltas y vueltas al parque no es ni práctico, ni suficiente si queremos que el espejo nos devuelva una versión mejorada de nosotros mismos.
En lugar de trotar muy despacio durante una hora, lo más recomendable sería reducir el tiempo pero aumentar el ritmo en el que lo hacemos. Eso y correr a intervalos, es decir: alternar alta y baja intensidad durante nuestras sesiones.
¿Qué conseguimos con estas modificaciones?
Esos cambios hacen que nuestro organismo busque adaptarse al esfuerzo extra al que le estamos sometiendo, empleando más energía y, por lo tanto, quemando más calorías.
¿Cuál sería entonces el escenario ideal para sacar el máximo partido a nuestro entrenamiento y lograr perder peso de una forma saludable?
Lo más indicado sería correr un mínimo de dos días y un máximo de cuatro a la semana. Y lo suyo sería llegar a un término medio en el que rodemos, alternando alta y baja intensidad durante no más de una hora ya que, por encima de este tiempo, nuestras articulaciones empiezan a sufrir demasiado y no compensa
Con sólo un día de carrera no hacemos nada. La cosa cambia si lo complementamos con otras actividades como nadar, montar en bicicleta o ir al gimnasio.
Las cuestas y las escaleras son nuestras grandes aliadas si queremos darle más caña a nuestras sesiones.
No lo dudes, el esfuerzo merece la pena ya que estos supuestos obstáculos aumentan considerablemente nuestro gasto calórico porque implican un mayor esfuerzo biomecánico. Así que no las evites… ¡búscalas!.
Si jamás te has calzado unas zapatillas te aconsejamos, ante todo, mucha calma y mucha cabeza. Las prisas no son buenas aliadas en el deporte tampoco.
El primer paso para hacerlo con ciertas garantías de éxito sería comenzar por los famosos CaCos (Caminar-Correr). Se trata de combinar minutos de caminata con otros de trote muy suave, hasta que únicamente corramos.
La condición IMPRESCINDIBLE para lanzarse de lleno a quemar zapatillas es haber acondicionado antes nuestros músculos. En caso contrario, podemos hacernos daño y quedarnos en el dique seco.
Otro factor clave para vencer la batalla contra esos kilos de más que tanto nos incomodan es la perseverancia.
Cuando no hay una motivación extrínseca tan fuerte como es entrenarse para alcanzar un objetivo deportivo, resulta muy complicado ser constante. Hay que buscar pequeños trucos que nos ayuden a convertir cada entrenamiento en una experiencia diferente.
Trata de no caer en la rutina, planifica sesiones diferentes y cambia de escenario. Buscar nuevos sitios para correr siempre resulta un aliciente.
Sin una dieta correcta no se puede adelgazar.
Sin embargo, no es necesario someterse a un régimen hipocalórico. El secreto radica en no abusar, pero tampoco privarse de nada. Hay que comer lo suficiente para que nuestro rendimiento sea el máximo posible y no nos entre una pájara.
Hidratación y alimentación juegan un papel clave en la recuperación tras la práctica deportiva.
No sólo se quema cuando se entrena, también cuando se para. El trabajo muscular implica un gasto de energía elevado. Es básico prestar mucha atención a la calidad de los nutrientes que ingerimos.
El aporte de hidratos de carbono nos lo darían la pasta integral y las patadas hervidas. Las proteínas, carne, pescado y huevo, han de cocinarse a la plancha, con un poco de aceite de oliva. Y también es fundamental consumir frutas y verduras.
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