Dice la literatura que quienes no se aman a sí mismos no pueden amar a los demás. La psicóloga clínica Pilar Guerra nos da una serie de consejos para llevarnos bien con aquellos a quienes tenemos más cerca, es decir, nuestras parejas.
1. Cuidar de nosotros mismos. Cuidar de uno mismo es primordial. Las azafatas de los aviones siempre recomiendan, en caso de despresurización de la cabina, que los adultos se pongan primero la mascarilla de oxígeno a ellos mismos y después se la pongan a los niños. De igual manera ocurre con las prioridades en la vida. Sin haber hecho consciente el concepto de cuidarnos a nosotros mismos es muy difícil que reconozcamos el cuidado al otro. La prioridad a nosotros primero, lejos de ser un egoísmo mal entendido, es un acto de responsabilidad y de fidelidad a nuestro propio ser.
2. Buscar actividades en común para compartir más tiempo juntos. Crear una “burbuja” para actividades en común puede ayudar a protegernos de las crisis de convivencia. Un espacio creado ”conscientemente” para este fin, donde verbalicemos de manera sincera los sentimientos de cada uno, puede ayudar a vislumbrar que realmente se necesitan actividades sencillas en común y a poner toda nuestra intención en que estos espacios sean prioritarios.
3. Buscar el diálogo y la comunicación. Se trata de una comunicación más de allá de hablar y oír, es decir, la transmisión de señales, ideas y sentimientos al otro de manera consciente, de forma que para comunicarnos tengamos la intención de hacerlo y saber cómo hacerlo. Defiendo mi teoría del “invitado”, en la que la idea principal es tratarnos a nosotros mismos como a un invitado especial todos y cada día de nuestra vida. El trato que nos demos ha de ser como el que damos a nuestros invitados. La convivencia roba la magia en las relaciones humanas. Empecemos por cambiar esta creencia, darle una vuelta de tuerca y decidir que quizá esta idea sea para los demás, y probemos a ensayar la sensación de que el día a día en pareja no sea un lastre, sino una oportunidad.