Treinta años después de ganar su primer Oscar por uno de los personajes más icónicos de la historia del cine, el Hannibal Lecter de «El silencio de los corderos», Anthony Hopkins podría repetir estatuilla con «El padre» en un registro radicalmente opuesto y frágil de un hombre que sufre demencia senil.
En la vida real, el actor de origen galés exhibe un talante amable y un humor excelente que contrasta con las turbulencias de ambos personajes: cuenta anécdotas, recita poemas y se mete a su público en el bolsillo, incluida Olivia Colman, su compañera de reparto e hija en la ficción, convertida en una oyente más en una entrevista telemática con varios medios internacionales.