Argentina celebra la semana del alfajor, una golosina que, junto al mate, forma parte de la cultura del país y es souvenir obligatorio para cualquiera que recorra el territorio, ya que casi cada provincia tiene su propia forma de fabricarlos.
Llegó de España y es primo del alfajor andaluz que se sigue fabricando en la actualidad, pero su origen se remonta a los árabes, que hace más de 700 años habitaban las zonas bajas y medias de la península Ibérica, lo llamaban “al-hasú” o relleno, en árabe.
Con el tiempo el término fue deformándose y en Argentina se le dio forma de sandwich, transformándose en el amor a primera vista de los argentinos, que hoy día permite el despliegue de cientos de empresas dedicadas a producir y vender esta golosina.
Su consumo supera a la población actual del país, que con 45 millones de habitantes, en 2021 se ha vendido más de 6 millones por día y se espera que para este año alcance los 10,5 millones, de acuerdo a datos de la Asociación de Distribuidores de Golosinas, Galletitas y Afines (ADGyA) de Argentina.
La semana del alfajor comenzó el 1 de mayo y culminará el día siete de ese mes, donde los fabricantes ofrecerán descuentos y promociones de este dulce icónico en un evento que comenzó en 2017 y ganó reconocimiento mundial.
“Es donde empieza el invierno más crudo y cuando termina Semana Santa, donde aquí en Argentina se consumen huevos de chocolate. Los comerciantes rematan sus últimos productos y la gente comienza pasa a los alfajores”, explicó a Efe Guillermo Vera, fabricante de los alfajores artesanales Haedo, nombre que tomó de su ciudad, en la provincia de Buenos Aires.
Vera comenzó la empresa por iniciativa de su mujer y para sobrevivir al invierno de 2015, ya que antes tenía una heladería.
El sello de distintivo los alfajores Haedo son dos tapas chicas con mucho relleno de dulce de leche, otro manjar tradicional del país. “Empezamos vendiendo de forma minorista, pero se liquidaban en una semana y pasamos de ser un comercio pequeño a fabricarlos a gran escala en todo el país”, relató Vera.
Cada provincia los crea con características que difieren en su elaboración: además del dulce de leche y los baños de chocolate, pueden tener sabores frutales, pasta de maní o mousse, también varía el tipo de masa que se usa y la costumbre es acompañarlos con mate o café.
Sin embargo, el alfajor hecho con maicena -cuyas tapas están hechas a base de almidón de maíz, relleno de dulce de leche y coco rallado alrededor de la unión-, “están en el corazón de los argentinos”, definió Vera. Quizás porque su consumo está relacionado a la era pre y post colonial.
LOS ALFAJORES MÁS VENDIDOS
Desde 1980, el alfajor irrumpe en los quioscos de Argentina de manera industrial, aunque los artesanales no quedan relegados, su fabricación fordista permite distribuirse fácilmente y variar el tamaño con dos y tres tapas.
La Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) en una encuesta hecha para el diario Clarín, de la que participaron 112.000 quioscos de todo el país, estableció un ranking para este año con los más vendidos.
El primer puesto se lo llevan los alfajores Guaymallén por su amplia distribución y bajo costo, le sigue Jorgito con relleno de dulce de leche y baño de chocolate, mientras que en el tercer puesto se lo quedó Tofi con características similares.
En el cuarto lugar se lo quedó el alfajor tipo tarta de la empresa Águila, que además de tener el dulce clásico también posee crema con una masa esponjosa, mientras que el Oreo de Milka y tres tapas terminó en la quinta posición repleto con el característico relleno blanco de la galletita y el famoso producto lácteo.