La empresa Virgin Galactic, perteneciente al emporio del multimillonario británico sir Richard Branson, ya logró un hito histórico: lograr que uno de sus aviones llegara al espacio (a modo de prueba) en 2018. La compañía se convertía así en pionera en el campo del turismo espacial, ya que la hazaña no quedó ahí, sino que, unos meses más tarde, consiguió que un pasajero acompañase a dos tripulantes en su periplo más allá de la atmósfera de la Tierra.
Lo hizo a bordo de la aeronave supersónica VSS Unity de Virgin Galactic, una de las filiales de la multinacional de Branson, que logró un Mach 3.04 (medida de la velocidad del sonido) gracias a la propulsión de un motor de cohete híbrido, que ostenta el récord mundial en cuanto a su capacidad, e impulsó a la nave espacial en Mach 3,04 a 295.007 pies.
Sin embargo, Virgin Galactic quiere ir a más poniendo en marcha vuelos comerciales para ir al espacio de una forma no tan extraordinaria como hasta ahora. De hecho, ya avanzó Branson que 2020 podría ser el año del turismo espacial. La crisis mundial provocada por el coronavirusno ha paralizado sus planes, como sí ha ocurrido con el vuelo más largo del mundo, cuyo lanzamiento se ha cancelado por los efectos del Covid-19 en el mundo de los viajes. Todo lo contrario. El magnate inglés ya ha ultimado acuerdos nada menos que con la NASA para poder llevar a cabo estos vuelos comerciales con pasajeros cuanto antes.
Su objetivo es aunar conocimientos para desarrollar nuevas tecnologías para lanzar vuelos supersónicos de forma conjunta. De esta forma, se multiplicarían las opciones de «Estados Unidos para producir vehículos de alto Mach técnicamente factibles para usos civiles», como señala Virgin Galactic en un comunicado.
La NASA se uniría así a The Spaceship Company, otra de las filiales del emporio de Branson encargada de la fabricación de este tipo de aparatos supersónicos. Sus responsables creen que cuentan con las tecnologías de diseño, ingeniería y producción más avanzadas, así como con miles de horas de ensayos en vuelos de este tipo para liderar «el desarrollo de nuevas aplicaciones aeroespaciales».
Junto a la NASA se lograría contar con aviones que prestaran «especial atención a la experiencia exclusiva del cliente y la responsabilidad medioambiental, para lo que se utilizarían todos los medios económicos y tecnológicos al alcance». No en vano, el objetivo es alcanzar vehículos que puedan ir a una velocidad de Mach 3 y Mach 5, por encima de las 2.300 millas por hora (3.700 km/hora).
Branson ya lleva soñando mucho tiempo con estos trayectos, que saldrían del primer aeropuerto privado de lujo construido para tales fines en Nuevo México. Diseñado por Norman Foster, lleva por nombre Spaceport America. Los vuelos desde ahí costarían cerca de 250.000 dólares (unos 210.000 euros) el billete, una cifra más económica que si hubiera que enviar estas aeronaves al espacio a través de un cohete. Como ya hiciera la primera pasajera de este tipo de vuelos en aquel primer vuelo de Virgin Galactic. Y ya hay más de 600 interesados en ocupar el asiento…
Fue Beth Moses, instructura de astronautas de profesión, la primera persona en volar al espacio en una nave comercial como pasajera, convirtiéndose en la número 571 en hacerlo. Si los planes de Virgin y la Nasa salen bien este mismo año podrían comenzar a hacerse realidad.
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