Hubo un tiempo en que los pisos se construían con terraza o balcón: más grande o más pequeña, casi todos los pisos, en barrios de moda o en extrarradio, tenían terraza. Luego, muchos propietarios, agobiados por los pocos metros de la vivienda, decidían cerrar muchas de esas terrazas y añadir esos metros a la superficie de su salón: así podemos ver, en muchas fachadas, muchas terrazas incorporadas al salón.
En un mismo edificio podían convivir terrazas cerradas con otras abiertas, el tótum revolutum de la arquitectura. Qué duda cabe, los que no la cerraron han sobrellevado mejor el periodo de cierre por la pandemia que España vivió a partir de marzo del año pasado. La terraza, aunque fuese diminuta, se nos antojaba un balón de oxígeno en los meses de encierro por el covid-19 y los que no disponían de ella se lamentaban en sus casas, a través de la ventana…
También hubo otro tiempo más reciente en que las viviendas dejaron de tener espacios abiertos para pasar a tener miradores, por diversas razones: “Que se proyecten edificios con galerías en vez de con balcones o terrazas es fruto de nuestro estilo de vida”, afirmaba entonces el arquitecto Pablo García.
Hasta el estallido de la pandemia sanitaria, que ha sido un punto de inflexión para muchas cosas. Todo indica que, en un presente o en un futuro muy próximo, habrá otro tiempo en el que se retomen las terrazas como un espacio más, de esparcimiento, en las casas.
En estos últimos meses hemos visto interés de los compradores y de los inquilinos por disponer de una casa con un espacio al aire libre: “Que el próximo confinamiento no me pille en un piso sin terraza” es una frase que se oye mucho en las inmobiliarias de las ciudades. Las nuevas construcciones tendrán más en cuenta estas necesidades del público y estos espacios, pero, ¿qué pasa con las edificaciones más antiguas? ¿No hay ninguna solución que permita añadir un balcón a esas viviendas?
El arquitecto Luis Quintano cree que sí la hay, de hecho él es el ideólogo de un prototipo de terraza prefabricada llamado STAYHÖME.
El arquitecto manifiesta que muchos particulares han mostrado interés por su idea, pero de momento no ha cerrado ningún acuerdo para materializarla: “Estoy en conversaciones con distintas empresas de construcción pero no hay nada cerrado al respecto. En cuanto a las Administraciones, ha habido algún contacto pero nada cerrado. Tengo confianza en que en un futuro se pueda buscar una vía para llevarlo a cabo”.
Quintano defiende que, igual que antes no se imaginaban ascensores incorporados en fachadas (y ahora es habitual verlos), quizás en un futuro suceda lo mismo con este tipo de balcones.
Evidentemente, no se podrían poner en cualquier tipo de edificio: “Las fachadas en general no son de carga, por lo que no se podría colgar las estructuras de los balcones fijándolas solamente a ellas, sino que se tendrán que estudiar los refuerzos estructurales necesarios exteriores a la fachada o en el interior de las viviendas, para transmitir las cargas correctamente. Asimismo, se deberá estudiar la estructura y los cimientos del edificio para comprobar que las sobrecargas de estas terrazas sean posibles, o se deberán añadir refuerzos estructurales según cada caso”, aclara.
Quizás el Gobierno vasco pueda ser uno de los principales interesados en la más que necesaria propuesta de este arquitecto: en el Decreto de Habitabilidad del Gobierno vasco, que se aprobará a finales de año, las terrazas pasan a considerarse como un elemento imprescindible de la vivienda, poniéndose a niveles similares del confort térmico, la superficie o la altura.
El texto establece que los propietarios de vivienda que acometan una rehabilitación integral del inmueble deberán añadir terrazas o balcones. Siempre y cuando la morfología del inmueble lo permita, lógicamente. Para ello, cada vecino recibirá una subvención de hasta 5.000 euros por vivienda. Este espacio deberá tener un mínimo de 4m2 con un fondo de 1,5 metros: y no computará como superficie útil de la vivienda.
“El nuevo Decreto de Habitabilidad es una apuesta fundamental por la terraza como elemento fundamental dentro de la vivienda. Esta normativa exige que en toda nueva vivienda exista una terraza con un mínimo de 4 m2 de superficie y un fondo mínimo de 1,5 m, porque quieren que estas terrazas sean estanciales, no sólo balcones para asomarte. Asimismo, la ley implica que cuando se hagan reformas integrales en edificios existentes también se deberían integrar estas terrazas, siempre que sea posible desde el punto de vista técnico y urbanístico. Este camino es el modelo a seguir por las demás administraciones, y creo firmemente que los resultados serán mejores si los técnicos y la Administración trabajamos en paralelo con actuaciones urbanísticas que ayuden a regenerar áreas completas. Al mismo tiempo, será muy interesante realizar planes que aúnen las mejoras de accesibilidad, eficiencia térmica e integración de terrazas dentro de las edificaciones existentes”, opina Quintano.
En Ámsterdam ya hay algún edificio con ventanas que se transforman en balcones, de la marca Bloomframe y disponibles en tres tamaños.
¿No existen más soluciones en el mercado? “No conozco otras empresas que lo hayan realizado. A nivel contemporáneo existe un ejemplo maravilloso de los arquitectos Lacaton y Vassal. Realizaron en conjunto con la administración la reforma de 530 viviendas colectivas en Burdeos, agregando un volumen anexo de 4 metros por delante de la fachada que creaba un espacio intermedio interior-exterior, mejorando además el comportamiento energético del edificio”, finaliza el experto.