Los diestros Miguel Ángel Perera y Paco Ureña, con una oreja por coleta, tuvieron un tibio éxito con alguno de los buenos toros de los hermanos Matilla, también empresarios de la plaza, lidados en el octavo festejo de la feria de San Isidro celebrado hoy en el Palacio Vistalegre de Madrid.
La corrida, seria y ostentosamente armada, toda ella con buenas hechuras, dio para mucho. Y sobre todo, en mayor o menor medida, los cuatro toros que entraron en los lotes de los dos únicos matadores que acabaron por «tocar pelo», aunque a sus faenas les faltara un punto más para redonderse.