Una de las cosas que más llama la atención de Madrid y que representa un gran punto a su favor es que, sea invierno, verano, otoño, llueva o nieve, el que pasa por la Gran Vía de madrugada se dará de bruces con un trajín de gente, amén de algún que otro atasco. En efecto, la Gran Vía madrileña es esa arteria efervescente, (a menudo recuerda a Time Square), de neones y bullicio, en definitiva, de vida. Y por eso no está de más que en pleno corazón de esa arteria acabe de abrir sus puertas un museo de arte contemporáneo de lo más especial, Gran Vía 15, que invita a la pausa y la contemplación.
Un grupo de extranjeros se para frente a un escaparate con figuras multicolores en lo que parece ser la entrada de una tienda con solera. Y en efecto fue una tienda centenaria en que data de 1917 y que ahora acoge un nuevo museo de arte contemporáneo que estrena con la exposición monográfica Walking Life del artista Okuda San Miguel. Dentro, al fondo, lo que fuera un antiguo mostrador y entre medias, obras de arte a la venta, colecciones cápsulas de ropa, papelería, productos gourmet… Pero lo que realmente llama la atención es lo que se esconde tras un cortinón negro que da acceso al universo multicolor de Okuda: “Este es un espacio cuya herencia cultural es historia de Madrid. Un emplazamiento histórico que fue durante más de un siglo sede de la prestigiosa Joyería Aldao. Aldao estuvo hasta hace bien poco aquí, que fue uno de los comercios más longevos en estar presentes en la Gran Vía”, aclara Nacho Blumen, director del museo.
Detrás de este museo está un colectivo de distintas profesiones (perfiles que vienen de la gestión cultural, del mundo del arte, de la moda, del consumo…) que trabaja para ofrecer “otra manera de aproximarse al mundo del arte contemporáneo”. El espacio sorprende, no solo por las partes de la joyería que en su día no eran accesibles al público (como las cámaras acorazadas), sino por su amplitud: hablamos de casi 700 metros cuadrados que en la actualidad, y durante en principio, 6 meses, acogerán la obra de Okuda San Miguel.
Se ha respetado además, la esencia del local original: “Hemos intentado respetar todo lo posible, todo lo original. Hay algunas cuestiones que además están protegidas por Patrimonio, pero nos parecía importantísimo que estuviesen presentes porque se pueden disfrutar: las molduras, los suelos, los mármoles, los muebles de la parte de abajo, la propia cámara…”, afirma Blumen. Y dentro de la cámara, la sorpresa: más cámaras aún, que en su tiempo debieron guardar las joyas más preciadas de la casa.
El visitante puede acceder únicamente a la tienda, que es lo primero que le recibe o bien comprar una entrada para el museo (entrada general, 15 euros; reducida, 12). La muestra expuesta en la actualidad se compone de unas 20 obras “La mayoría escultóricas, de un tamaño más que interesante. También hay una zona audiovisual y también contamos con una zona muy especial, en la parte de la cámara, donde puede verse un recorrido por la trayectoria vital del artista”, dice.
Y, ¿por qué en Gran Vía? “Se han conjugado muchos factores, pero Gran Vía era un sueño que se ha hecho realidad. Es la arteria más transitada de la capital, la calle más efervescente, y a nos gustaría darle un poco de slow life, que la gente pueda parar a disfrutar, a invadirse de creatividad y a pasar un rato tranquilamente”, finaliza.
