Definir qué es la elegancia y qué prendas otorgan ese perseguido signo de distinción no es fácil. Grandes diseñadores como Chanel, Valentino, Carolina Herrera o Dior aportan un concepto diferente al término, aunque hay algo en lo que todos coinciden: es cuestión de actitud.
Megan Hess, directora artística e ilustradora de Cartier y Louis Vuitton, asegura en el libro «Elegancia, maestros de la moda francesa» (Ed. Lunweg) que los grandes diseñadores se distinguen «por aproximarse al diseño con una elegancia sencilla».
La diseñadora Diane Von Furstenberg ha señalado en alguna ocasión que «la actitud lo es todo» para resultar elegante, independientemente del dinero que se invierta en el vestuario.
En el mismo sentido, Karl Lagerfeld señalaba que cualquiera puede ser «chic con prendas baratas. Hay diseños elegantes para cualquier nivel adquisitivo» y añadía que se puede ser la mujer más estilosa del mundo con solo con «una camiseta y unos vaqueros; el factor diferencial eres tú».
En una época donde los eventos regresan pisando fuerte, el deseo de recuperar el tiempo perdido no debe desembocar en un vestuario donde el exceso sea la carta de presentación.
Una de las bodas más esperadas de la temporada ha sido la de Brooklyn Beckham, primogénito del exfutbolista David Beckham y su esposa Victoria, con la actriz y modelo Nicola Peltz, que ha optado por un Valentino, creado por Pier Paolo Piccioli, en color marfil, en el que mezclaba el clasicismo en sus líneas y un espectacular velo de encaje, con un escote con tirantes a juego con sus guantes.
«Los diseñadores franceses nos enseñan que el estilo es algo que se lleva en la sangre: uno debe vestirse para sí mismo. Es una filosofía muy sencilla, de ahí que sea tan perfecta», apunta Hess.
Pero no solo los creadores franceses tienen en su haber esa máxima, el italiano Giorgio Armani, que tiene en el negro y las líneas puras un pilar en su creación, asegura que «la elegancia no es darse a notar, sino ser recordado».
Una idea que expresó mucho antes Coco Chanel, quien apuntó «viste vulgar y solo verán el vestido, viste elegante y verán a la mujer», una mujer que, según Hess, supo crear un estilo «elegante, sencillo, pero rico en detalles», que supo trasladar el negro, un color reservado para los funerales, en un básico de fondo de armario.
Mujeres aparentemente dispares como Zendaya, Rosalía, Michelle Obama o Renné Zellweger han lucido en alguna ocasión una creación de la venezolana Carolina Herrera. La diseñadora también ha incidido, en alguna de sus declaraciones, en que la elegancia no tiene que ver con el dinero ni con la belleza, «es una forma de pensar, de moverte. Tiene que ver con cómo hablas o lo que lees».
Lily James o Nicole Kidman son algunas de las actrices a las que ha vestido sobre la alfombra roja el diseñador libanés, Elie Saab, creador de suntuosos vestidos, que incide en que la elegancia de una mujer está en su «carácter y en la confianza que tenga en sí misma».
El diseñador de cabecera de la actriz Audrey Hepburn, Hubert de Givenchy encontró en ella a su musa. Su colaboración se alargó durante cuarenta años.
«No diseñaba para una mujer en general; con ella Givenchy «diseñaba para una mujer en concreto. Cada mujer tiene su propia historia, y él le ofrecía una manera de contarla a través de la moda», comenta Hess en el libro.
Para el creador francés, discípulo de Balenciaga, «el secreto de la elegancia es ser uno mismo».