Los lizos, soportes de madera de 1737, se utilizan en la actualidad igual que hace 300 años. Se engarzan verticalmente unos finísimos hilos de algodón, la urdimbre y en posición horizontal se hace lo mismo con hilos de una mezcla de lana y de seda, denominados trama. Ante eso se enfrentan los maestros liceros lo mismo que un pintor se enfrenta a un lienzo en blanco. La diferencia es que los pinceles de aquellos se transforman en canillas, una especie de aguja de madera que contiene los hilos de los colores necesarios para irle dando forma al tapiz.
Dicho así parece más o menos fácil ¿verdad? Pero nada más lejos de la realidad. En primer lugar para la realización de un tapiz se superan los 3.500 colores. A eso hay que unirle –en segundo lugar- que los liceros tienen que ir separando la urdimbre de la trama, casi como si tocasen el arpa, y ahí se van insertando los hilos de colores que van dando la forma al tapiz o la alfombra.
Para hacernos una idea del proceso de elaboración tan sólo un dato: para bordar un tapiz de 3,27 metros por 60 cm entre cuatro personas se tarda… ¡catorce meses! Son verdaderas obras maestras, y como tales hay que cuidarlas. La acumulación de polvo y suciedad es la misma, si no más, en palacios y castillos que en una casa. También es verdad que los tapices no se pueden limpiar con la vaporeta de casa. (Un dato antes de seguir: la lana no aguanta más de 30º C ya que a partir de ahí se degrada, apelmaza y estropea). La Real Fábrica cuenta, para estas labores, con una piscina de 16 por 6 metros, única en Europa, donde se realiza el lavado por inmersión controlada de tapices con total seguridad. Se sumerge el tapiz en 15 cm de agua desmineralizada y desionizada, con un jabón de fórmula farmacéutica, jabón natural y biodegradable y posteriormente, entre siete personas a la vez, van secando con esponjas naturales tramos de 10 por 10 cm. En esta operación se tarda un día, más otro de secado. En lo que respecta a las alfombras su limpieza se produce en dos fases. La primera introduciendo la alfombra en una máquina de 300 años, de madera, La desempolvadora que consta de un rulo central, dentro de un armazón, donde se “sacude” a la alfombra con unas cintas de cuero. Y posteriormente se produce su lavado en seco o húmedo, en función de las calidades de las lanas.
Maestros, artistas, genios que cada día se empeñan en que España tenga la mejor Fábrica de Tapices. Una labor silenciosa que es una combinación de técnica, paciencia, experiencia y meticulosidad. Un gran equipo, el dream team de los tapices, que hacen honor a esta anónima frase: “Ninguno de nosotros es tan bueno, como todos nosotros juntos”.