La leyenda de la mujer que en el siglo XVI fue emparedada por error en el Castillo de Vulpellac por su marido, que confesó veladamente aquel crimen en unas losas con frases en latín que instaló en el suelo a la vista de todos, ha salido a la luz en una muestra milenaria de cerámica.
La historia, aunque sabida para algunos, ha permanecido desconocida para mucha gente de la comarca, la del Baix Empordà (Girona), hasta que Ramon Mascort ha acogido en Torroella de Montgrí, en la sede de la fundación que preside, cinco de aquellas piezas enigmáticas.