Las restricciones y los cierres no sólo afectan a los restaurantes, sino también a los miles de proveedores que los surten de vajillas, mantelerías, ingredientes, quesos o helados, víctimas silenciadas y sin ayudas en la crisis que atraviesa el sector por la pandemia.
Maïa Radresa empezó hace 20 años como ceramista en el garaje de su casa pero el éxito a raíz del encargo de «un famoso restaurante» le hizo mudarse a un taller de 200 metros cuadrados y a ampliar personal. Trabajaba para el Hotel Ritz en Barcelona y estrellas Michelin como Hoja Santa (Barcelona) o La Salita (Valencia) y ahora su facturación ha caído un 80 por ciento.