A lo largo de la península existen varias zonas donde las llanuras que antes albergaban un municipio han sido aprovechadas después para la construcción de presas y embalses. Más de una vez hemos oído historias de pueblos sumergidos a la hora de visitar una zona rural, pueblos que, sobre todo en verano, se pueden vislumbrar en la superficie de los embalses.
En Aragón se encuentra Mediano, en Huesca. El pueblo desapareció con la inundación del año 1974 y es famoso por su campanario, del cual sobresale la punta por encima de la superficie incluso en épocas de mayor riego. El pueblo se ha vuelto una gran atracción turística, donde es posible realizar expediciones de buceo.
Otro ejemplo es el pueblo de Gascas, en Cuenca. Famoso por ser el lugar en el que se desarrolla la novela “Magdalenas sin Azúcar”, de Letrame, este municipio quedó sepulado en 1950 por las aguas del pantano de Alarcón.
O incluso el asentamiento romano en Huelva, Andalucía. Esta población data de las épocas romanas en la península, que fue sepultada de forma natural debido a maremotos y la erosión. Escondido bajo las aguas del río Carreras, no es visible a simple vista, pero en el se han encontrado restos de cerámicas, columnas e incluso restos humanos que se remontan a periodos entre el siglo I y el XVI. Y como estos, muchos otros más.
Sin embargo, el ultimo caso noticioso se ha dado en Galicia, en el embalse de Lindoso. Esta estructura comenzó a llenarse en el año 1992 (relativamente tarde) e inundó la totalidad de no uno, sino cinco pueblos de la zona: A Reloeira, Lantemil, O Bao, Buscalque y Aceredo. 30 años después, la falta de lluvias ha hecho que el cauce del embalse esté bajo mínimos, a un 20% de su capacidad total. Estos pueblos han vuelto a salir a la superficie, y la zona se ha convertido en un lugar de gran atracción turística, tanto para españoles como para portugueses.
Debido a que la inauguración del embalse sea relativamente reciente, las casas y edificios de los municipios se han conservado en sorprendente buen estado. La zona ha adquirido un aspecto fantasmal que hace que cientos de personas acudan durante los fines de semana a visitar los alrededores. Casas medio derrumbadas, coches oxidados y calles casi intactas permiten intuir claramente como era la población hace más de treinta años.
Pero la empresa de producción eléctrica EDP, que es la concesionaría del embalse de Lindoso, ya ha solicitado a los alcaldes de los pueblos colindantes de Lobios y Entrimo, que vigilen y restrinjan la entrada de visitantes a la aldea de Aceredo, según publicaba el periódico local de La Región.
Y es que no fue hace tanto cuando los ciudadanos de estos pueblos aún paseaban con normalidad entre sus calles. Ejemplo de ello es el caso de Margarita y Mario, un matrimonio que recuerda en unas declaraciones para el ABC cómo, tras casarse hace más de cuatro décadas, vivieron durante años en el pueblo de Buscalque, uno de los cinco que quedó sepultado por el embalse.