Los alabarderos de Bélgica, soldados medievales distinguidos por su arma de asta de dos metros, mantienen hoy vivo su último vestigio en la ciudad de Bruselas, donde ejercen como escoltas nupciales en los salones de boda del Ayuntamiento de la capital.
Ataviados con su vestimenta verdirroja, colores de la villa bruselense, y con los flocados de las imágenes de San Miguel y Santa Gúdula, los guardianes de alabarda perviven en la actualidad como los veladores de los novios en los albores de su vida matrimonial.