El extenso y rico patrimonio con que cuenta Mérida y las nuevas tendencias sobre conservación hacen que los mosaicos romanos que siguen apareciendo en la ciudad ya no sean recuperados, sino que, una vez documentados por los arqueólogos, vuelven a ser cubiertos por una capa de arena y enterrados bajo el pavimento de sus calles.
Eso es lo que ha ocurrido con los dos mosaicos de finales del siglo III o principio del siglo IV que las obras de canalización del gas han sacado a la luz recientemente en la calle Benito Toresano, uno de ellos policromado, con motivos geométricos y en buen estado de conservación, que ha hecho que muchos emeritenses se acercaran hasta allí para contemplarlo e inmortalizarlo en fotografías antes de que volviese a ser enterrado.
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