El descubrimiento de un mural de unos 3.200 años de antigüedad, rescatado en el último momento de su destrucción total en medio de un campo de cultivo, ha puesto nuevamente en evidencia el deslumbrante desarrollo y la compleja cosmovisión que tenía el mundo prehispánico en la costa norte de Perú.
Esta «joya arquitectónica muy antigua» fue encontrada casi de manera fortuita por el arqueólogo Régulo Franco, quien acudió ante la alerta de que se estaba destruyendo un montículo arqueológico en una zona de cultivos en el valle de Virú, en la región norteña de La Libertad, a unos 510 kilómetros de Lima.