Durante los últimos treinta años de su vida, Francia lo trató como a un genio y un mito patrio, pero hasta 1944 Picasso fue una víctima de la maquinaria del Estado, acosado por la policía y rechazado por la Administración, como revela ahora una exposición en París.
«Picasso, el extranjero», que abre este jueves al público en el Museo de la Historia de la Inmigración, es fruto de la investigación que ha dirigido en los últimos años la historiadora Annie Cohen-Solal, conocida por sus biografías de Jean-Paul Sartre, Mark Rothko o el galerista Leo Castelli.