La piel sensible presenta una textura fina, normalmente seca y de tonalidad blanco rosada, así como pequeñas venas en mejillas y nariz que sufren alteraciones con los cambios de temperatura.Si tu piel reacciona de manera exagerada al frío, al viento, al sol, al estrés o a ciertos cosméticos, probablemente sea sensible.
Pero, ¿cuáles son los síntomas de una piel sensible? Tirantez, picor, enrojecimiento, granitos, descamaciones, irritaciones, erupciones, aspereza al tacto… En casos más graves se pueden formar venitas visibles en las mejillas, que resultan algo antiestéticas y que se pueden tratar con medicina estética. La piel sensible puede aparecer en la cara, en el cuero cabelludo y también en el cuerpo.
Consejos para cuidar una piel sensible
Hidratar. Es fundamental mantener una buena hidratación para mejorar el aspecto de la piel y protegerla de las agresiones externas. Es aconsejable hidratar la piel del rostro por la mañana y por la noche, antes de dormir, y la del cuerpo después de cada ducha.
Evitar situaciones mediambientales extremas. El frío o el calor son grandes enemigo de las pieles sensibles, por lo quee extremar los cuidados y en el caso de practicar deportes como el esquí, el surf, etc es necesario hidratar y proteger la piel a menudo.
La sequedad ambiental también resulta perjudicial para la piel sensible. Por eso es importante mantener una buena hidratación, tanto con cremas, como bebiendo agua. Además para contrarrestar la sequedad ambiental que provoca la calefacción o el aire acondicionado es aconsejable utilizar humidificadores.
Proteger del sol. Los rayos solares están entre los principales responsables de la piel sensible, así que es importante utilizar cremas que lleven protección SPF, incluso en invierno.
Utilizar productos de belleza y cosméticos adaptados a las pieles sensibles, sin perfumes, sin alcohol, sin conservantes… que respeten el equilibrio natural de la piel. Cada vez son más las firmas cosméticas que lanzan líneas específicas para pieles sensibles.
Mantener una rutina diaria de limpieza. La limpieza en las pieles sensibles es fundamental, pero hay que evitar frotar, ya que los movimientos agresivos irritan la piel. Por ejemplo, la exfoliación solo es recomendable hacerla una vez a la semana. Y hay que tener especial precaución con los productos de limpieza que se usan, ya que la piel sensible reacciona mal ante el uso de ciertos jabones.
Utilizar agua tibia y reducir el tiempo de la ducha. El agua caliente deshidrata la piel, por eso es recomendable, en la medida de tus posibilidades, utilizar agua templada para ducharte y fría, para lavarte la cara. Tampoco son convenientes los baños prolongados, reduce el tiempo de tu ducha.
Huir del estrés y de la fatiga. La piel sensible reacciona ante situaciones de estrés y de fatiga con brotes y erupciones, así que nuestro consejo es que si tu piel es sensible, evites estas situaciones, practicando ejercicios de relajación o meditación.
Evitar comidas especiadas y productos excitantes que también pueden empeorar los síntomas de una piel sensible.