Los hay que la levantan por la mañana como si fueran a cortarle la cabeza a Maria Antonieta, otros son más sutiles. Las hay de madera, de pvc (las más comunes) e incluso, de esparto… Nos referimos a las persianas, ese elemento de tu hogar que te da la vida en verano, sobre todo si vives en un lugar donde el calor aprieta. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es su origen?
Según las distintas referencias que aparecen en Google, el término persiana viene del latín “persa, -ae”, cuya traducción sería “originario de Persia”. Así, parece ser que la persiana llegó por primera vez a Europa en el siglo XVIII, a Venecia concretamente, de ahí que una de las persianas más famosas sean las venecianas. Pero el que realmente fue el primero que patentó este sistema en 1769 fue el físico inglés Edward Bevan: el suyo fue un artilugio de láminas móviles de madera que se podía accionar a través de un cordón y una polea encajados en un marco.
No deja de ser curioso que fuera un británico quien patentase este sistema cuando es bien sabido que en muchos países nórdicos las persianas brillan por su ausencia: por eso los extranjeros que visitan en España se sorprenden de que aquí las tengamos por sistema en los edificios. Y lo mismo sucede cuando son los españoles quienes viajan a otras latitudes: ¿cómo demonios pueden dormir en las islas Lofoten, por encima del Círculo Polar Ártico, en la época del sol de medianoche si no tienen persianas?
¿Por qué las tenemos aquí y no es algo común en otras latitudes? Es común ver contraventanas en algunos países pero en otros no hay absolutamente nada… “En cuanto a la diferencia de uso con los países del norte de Europa (no solo nórdicos, sino también los Países Bajos, Bélgica, Alemania etc.) parece ser que responde a dos motivos. Por un lado, es un tema funcional, ya que allí tienden a atrapar el poco sol que les llega cuando aquí necesitamos evitarlo para no sobrecalentar los espacios donde vivimos y trabajamos. Y, además, y esta sería la segunda razón, las corrientes protestantes -luteranismo y calvinismo- que se instalaron en esas zonas de Europa cambiaron la concepción de privacidad en sus gentes. Allí, ocultarte tras una persiana podría dar a entender que escondías algo pecaminoso”, comenta el arquitecto José María Mateo, de Martín Lejarraga Oficina de Arquitectura.
Sea como fuere, el caso es que aquí tenemos diversidad de persianas y las hay con muchísimo encanto, como las que pueden verse en multitud de pueblos andaluces o de Extremadura: son las persianas de esparto que ayudan a combatir la canícula. De hecho, muchos las riegan al salir de sus casas lo que favorece el enfriamiento: como el aire pasa a través de ella, se genera una corriente fresca.
Luego están las horizontales, cuyas láminas cuelgan como una cortina; la romana, que no necesita de cajón; los estores, de distintos tejidos; los paneles japoneses, que se deslizan a través de un sistema de raíles lo que hace que puedan instalarse sin problemas en grandes ventanales o en puertas correderas.
Las que parece que están viviendo un revival son las alicantinas: son esas persianas enrollables y que, al igual que las de esparto, pueden verse en muchos balcones de nuestros pueblos. Las hay en plástico si bien las que más encanto tienen son, indudablemente, las de madera.
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