La rosácea es una enfermedad inflamatoria de la piel cuyos síntomas iniciales suelen ser rojeces localizadas principalmente en frente, pómulos y nariz. Se asocia en ocasiones a lesiones pustulosas similares al acné y a pequeños vasos sanguíneos visibles (las llamadas telangiectasias). No te sientas raro si la padeces, hay estudios que muestran prevalencias superiores al 2%.
Aunque, en principio, no es una enfermedad grave, cualquier lesión en la piel debe ser valorada por un especialista en Dermatología para que haga el diagnóstico correcto y así poder iniciar tu tratamiento en caso de que lo precises.
Se trata de una enfermedad crónica que cursa en brotes por lo que uno de los principales objetivos en su tratamiento es disminuir el número de brotes o su intensidad.
Las causas de la rosácea no están claras, se han estudiado las pieles que la padecen encontrando:
Lo que hay que tener claro es que cualquier persona puede desarrollar rosácea a lo largo de su vida aunque es más frecuente en edades medias de la vida, en mujeres y con fototipos bajos (es decir, con piel clara).
De forma esquematizada podemos distinguir 4 subtipos:
Subtipo 1: Enrojecimiento persistente y arañas vasculares.
Subtipo 2: Enrojecimiento de la piel, hinchazón y granitos transitorios.
Subtipo 3: Engrosamiento de la piel que con frecuencia afecta a la nariz.
Subtipo 4: Asocia irritación ocular con ojos rojos y sensación arenosa
Como hemos dicho al principio se trata de una enfermedad crónica por lo que no hay una cura definitiva pero sí…. ¡tiene tratamiento! que te ayudará a tener menos brotes o a controlar sus síntomas.
Una de las primeras cosas que debes hacer es identificar qué factores agravan en tu caso particular los síntomas de la rosácea.
Se ha relacionado con bebidas calientes, con cambios bruscos de temperatura (tanto frío como calor), ejercicio físico intenso, comidas picantes, alcohol…
Una vez que los hayas identificado modifica tus hábitos de vida en la medida de lo posible para evitarlos.
En la piel con rosácea suele estar alterada su función barrera (por eso aparece la piel sensible), uno de los objetivos del tratamiento será normalizarla.
No debes olvidar ir a que te valore un especialista para que te prescriba el mejor tratamiento en tu caso particular. En líneas generales contamos con:
Tratamientos tópicos: es el que se aplica directamente en la piel. Tratan fundamentalmente el enrojecimiento. En esta parte del tratamiento encontramos, por ejemplo, el famoso ácido azelaico. También se suele utilizar la ivermectina tópica para reducir la cantidad del ácaro Demodex.
Tratamientos orales: normalmente son antibióticos como la doxicilina o retinoides como la Isotretinoína.
Tratamientos lumínicos: son las conocidas terapias con láser: luz pulsada intensa (IPL, se utiliza fundamentalmente para controlar la parte vascular de la rosácea) o láser de colorante pulsado.
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