El largo adiós de Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) ha recalado en el WiZink Center de Madrid, con el primero de los tres conciertos que ofrecerá en la capital española antes de su retirada de los escenarios. Una vez más, el artista ha despertado la emoción de su fiel público con un repaso de los clásicos que ha creado en su medio siglo de histórica carrera, canciones que para muchos son de esas que se meten «en la entretela del alma», como reivindica el catalán que deben ser las canciones.
Ante un estadio en ‘sold out’ con 12.000 personas, el del Poble Sec ha sido aplaudido y llorado, como ya ha ocurrido en las decenas de conciertos de su gira mundial ‘El vicio de cantar. 1965-2022’, que empezó el pasado abril en Nueva York, y ha recorrido América Latina – con hasta siete conciertos en Argentina y México- y España, donde concluirá el tour en Barcelona. Será su adiós definitivo de los escenarios, pero no de la música porque, tal y como ha resaltado en varias ocasiones, seguirá componiendo.
A las 21:10 horas, Serrat salta a las tablas ovacionado por el público. Recibe los aplausos con los brazos en alto y una sonrisa. Así, vestido con camisa negra, pantalón vaquero y americana de estampado floral, inicia su concierto con ‘Dale que dale’, canción basada en un poema de Miguel Hernández, autor de referencia junto a Antonio Machado y Mario Benedetti en la carrera del protagonista, quien ha combinado su perfil de cantautor con la musicalización de poemas.
«Buenas noches damas, caballeros e imparciales en el asunto», dice en una bienvenida a la gran cita, que, subraya, «parecía lejos» cuando empezó la gira. «Que gusto que esté aquí y poder darles las gracias por acompañarme hoy como han hecho en tantas y tan hermosas ocasiones. Estoy despidiéndome de una ciudad que tanto amor me ha dado y con la que tanta complicidad he sentido», continúa el cantautor, para pedir «alegría» y «olvidarse de las nostalgias».
Estas primeras palabras reciben un tremendo aplauso del antiguo Palacio de los Deportes, donde la media de edad es elevada, con varias familias y parejas, todos sentados. Entre ellos, destaca la presencia de personalidades como el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y el de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, así como la titular de Sanidad, Carolina Darias.
La visibilidad y el sonido son perfectos, pues a diferencia de otros conciertos los móviles no perturban la escena y los asistentes cantan bajo para que la voz del cantautor brille. Así suenan ‘Mi niñez’ y ‘El carrusel del Furo’, que Serrat relata que está inspirada en su abuelo paterno, Manuel, fusilado por franquistas en un pueblo aragonés.
«No lo hemos recuperado hasta la fecha, pero en eso andamos», dice conmovido. En el marco de su postura política, en la historia queda grabado cuando retó al franquismo por negarse a cantar ‘La la la’ en Eurovisión en 1968 si no le dejaban hacerlo en catalán. Massiel fue en su lugar al festival y el artista quedó vetado en los medios oficiales, un veto más de los que sufriría más tarde por ser crítico con dictaduras de la época en América Latina.
Sigue con la preciosa ‘Lucía’ y la divertida ‘Señora’, con la que anima al público mientras se mueve de un lado al otro del escenario, tranquilo pero en forma, elegante y salamero. Antes de continuar conversa con el público, que ríe las continuas bromas del catalán, quien relata que se ha enterado hoy de que Victoria Federica «se ha ido de casa»: «Con los padres que tiene».
La música vuelve a sonar gracias a los músicos que acompañan al protagonista, con la destacada presencia de su inseparable Ricard Miralles al piano, a ritmo de ‘Romance de Curro el Palmo’, que canta sentado con voz firme frente a un estadio feliz.
GRAN OVACIÓN PARA ‘MEDITERRÁNEO’
Serrat se cuelga la guitarra para ‘Hoy por ti, mañana por mí’ y ‘Algo personal’, para proseguir con ‘Nanas de la cebolla’, que al acabar se gana una de las ovaciones más fuertes, al igual que ‘Para la libertad’, que entusiasma a los asistentes desde sus primeras notas para acabar en pie.
Llega entonces ‘Cançó de Bressol’, canción dedicada a su madre, y ‘De cartón piedra’, que el WiZink acompaña con palmas, para seguir con ‘No hago otra cosa que pensar en ti’, que interrumpe el cantautor, pionero de lo que se denomino ‘Nova Cançó’ catalana, para subrayar que para él una canción «es música que se habla y letra que se canta, y hace falta que esa pareja engendre emoción, emoción que se te mete en la entretela del alma».
Tras estas aplaudidas palabras, que están guionizadas como todos sus discursos, que tiene que leer en varias ocasiones, canta los clásicos ‘Tu nombre me sabe a yerba’ o ‘Es caprichoso el azar’, esta a dúo con Úrsula Amargós.
Con un alegato por la lucha contra el cambio climático introduce ‘Pare’, la segunda pieza en catalán de la noche, para continuar con su mayor clásico, ‘Mediterráneo’, que eleva a Serrat al punto más álgido del concierto, sin perder su mirada social plasmada en un vídeo que muestra todo aquello característico del mar, incluida la contaminación y la muerte de los migrantes que lo cruzan.
Dos minutos de ovación con el estadio completo en pie hacen aún más impresionante el momento, tras el que Serrat se lanza y pide cantar ‘Aquellas pequeñas cosas’. Los asistentes cumplen y crean un momento estremecedor que se mantiene al terminar al canción, pues empieza a sonar ‘Cantares’ con «ese caminante no hay camino, se hace camino al andar» en bucle entonado por un artista de voz imponente. La estampa merece un par de minutos de ovación.
LLEGA EL ADIÓS
«Antes de empezar estaba convencido de que iba a ser una noche muy emocionante y un concierto maravilloso», dice el del Poble Sec, quien vuelve a dar las gracias «por todo lo que estos años han representado» para él y por todos con los que ha tenido «la fortuna de compartir vida y oficio»: «He tenido la suerte de disponer de grandes y maravillosos compañeros de viaje, la mayor parte de los lamentablemente desaparecidos».
Ve entonces el momento perfecto para cantar ‘De vez en cuando la vida’. Ya se avecina el final de la noche, por lo que sigue con ‘Penélope’, ‘La vida es eso’ y ‘Los recuerdos’, para concluir, tras más de dos horas de concierto, con ‘Fiesta’, que el público celebra desde el primer segundo en pie para culminar la que puede ser la última vez que vean al catalán cantando sobre el escenario.
Poco antes de cumplir 79 años, con medio siglo de carrera y decenas de reconocimientos como el Grammy Latino de Honor o la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, Serrat cerrará su gira de despedida en su hogar, Barcelona, el 23 de diciembre, pero antes de ello ofrecerá otros dos conciertos en el WiZink Center de Madrid los días 13 y 14 de diciembre, fechas que también se encuentran en ‘sold out’ con 12.000 asistentes por noche.