“Lo extraño cada día mi vida” dijo Sophia Loren en una entrevista de 2021 al hablar del gran amor de su vida, su marido Carlo Ponti, catorce años después de su muerte (BBC Radio 4). La musa italiana de 88 años rechazó los avances amorosos de Cary Grant y la oportunidad de rellenar portadas de revistas con un romance de película, con tal de cumplir su sueño de formar una familia con el productor, iniciando una relación que muchos juzgaron y observaron por encima del hombro. Pero ellos no dejaron que nada ni nadie se interpusiera en el camino, desafiando a las leyes italianas y sorteando obstáculos legales que derivó en un escándalo de bigamia.
Y es que Carlo, en realidad, estaba casado y el divorcio era ilegal en Italia.
Sophia Loren conoció a Carlo Ponti en 1950 en un concurso de belleza cuando tenía 16 y él 37. Por aquel entonces trabajaba como modelo y participaba en concursos para poder llevar algo de comida a la mesa familiar, siendo la responsable del sustento económico de su hogar después de crecer en pobreza con una madre soltera y durante la Segunda Guerra Mundial. Ponti había estudiado derecho en Milán y tras una temporada trabajando como abogado con su padre, se había pasado al mundo del cine junto al legendario productor Dino De Laurentiis. El inicio de su historia de amor comenzó el día que la vio sentada en una mesa con sus amigas mientras servía de jurado en uno de los concursos. Le envió una nota sugiriéndole que participara y ella lo hizo, y aunque quedó segunda, aquel escenario marcó el inicio de una relación marcada por la amistad y la figura paterna que, poco a poco, se fue convirtiendo en amor.
“Lo más importante es que así fue cómo comenzamos a conocernos. Al principio de forma amistosa y luego se hizo más serio cuanto tenía 19 años… Genuinamente nos amábamos” explicó la actriz en el libro ‘The northeastern dictionary of women’s biography’.
Los años fueron pasando y mientras Sophia iba avanzando en la industria del cine, la relación con Carlo Ponti se afianzaba. Sin embargo, él estaba casado con Giuliana Fiastri y era padre de dos niños. Por aquel entonces muy pequeños. Pero la relación floreció, y como recalcó Loren en varias entrevistas, inicialmente de manera amistosa. Sobre todo porque Carlo Ponti se convirtió en una especie de figura paterna para ella, habiendo crecido con un padre ausente al que apenas vio dos o tres veces en toda su existencia. Ponti la contrató para su película Anna (1951) y pasó de trabajar como extra (en clásicos como Quo Vadis) y experimentar que fotógrafos y camarógrafos se dieran el permiso de criticar abiertamente su nariz sugiriéndole que se sometiera a una rinoplastia, a cautivar a la crítica italiana con Aida (1953) o El oro de Nápoles (1954). Para entonces, Sophia había cumplido los 19 y el romance clandestino había comenzado.
En 1957, cuando dio el salto al cine internacional de la mano de Cary Grant y Frank Sinatra en el romance histórico rodado en España Orgullo y pasión, Sophia Loren ya estaba comprometida en secreto con Carlo. Aunque él seguía casado y distanciado de su esposa, el divorcio era ilegal en una Italia estrictamente católica que no reconocía el procedimiento (la ley cambió casi dos décadas más tarde, en 1974). Sin embargo, la obsesión que su compañero Cary Grant desarrolló en el set -cuando era 30 años mayor y estaba casado con su tercera esposa-, regalándole flores y enviándole cartas íntimas, la colocaron en la tesitura de tener que decidir qué tipo de amor quería vivir: si uno bañado de glamur en las revistas del mundo con un hombre que la idolatraba o uno más cercano a sus raíces con el hombre que siempre había estado en su vida. A pesar de la confusión que le produjo la atención constante de Cary Grant, decidió que no quería formar parte de un escándalo ni convertirse en carne de cañón para la prensa rosa. Optó que lo mejor era no mezclar placer con trabajo y cerró las puertas al galán de Hollywood para seguir sus instintos y cumplir sus deseos de futuro con Carlo. “Carlo era italiano, pertenecía a mi mundo, y Cary Grant no. Sé que era la decisión correcta para mí” dijo la actriz (vía The Guardian).
Y entonces pusieron en movimiento la estrategia para conseguir la unión que tanto deseaban. Como Ponti no podía divorciarse en Italia optó por hacerlo en México a través de sus abogados. Y mientras él y Sophia estaban cómodamente en California, sus representantes legales los casaron a la distancia en terreno latinoamericano en 1957. Pero la ley italiana no tardó en hacerse eco y tomar cartas en el asunto. Es más, el periódico oficial del Vaticano, L’Osservatore della Domenica, condenó el matrimonio de “ilegal” tachando al marido de bígamo. Los amenazaron con la excomunión y condena pública por sus pecados. Y el asunto enseguida escaló a escándalo nacional.
La polémica empeoró cuando una ciudadana anónima de Milán presentó cargos de bigamia contra Ponti y de concubinato contra la actriz, pidiendo que la ley los procesara de manera criminal. La pareja pasó los siguientes ocho años intentando calmar las aguas. Es más, durante un tiempo no pisaron suelo italiano por culpa del escándalo y la amenaza de arresto si los pillaban conviviendo. De llegar a juicio se enfrentaban a entre uno y cinco años de prisión. Pero ellos nunca se echaron para atrás en su relación. ¿Qué hicieron entonces? Anularon el matrimonio en 1962 y tres años después buscaron otra manera de sortear la ley.
Carlo y Sophia se mudaron a Francia con la intención de convertirse en ciudadanos franceses. Básicamente porque allí el divorcio era legal. Y lo consiguieron. El propio presidente, Georges Pompidou, les firmó la ciudadanía. Y en 1966 el productor pudo divorciarse y contraer matrimonio con la actriz.
Poco después nacía el primer hijo de la pareja, Carlo Ponti Jr. (1968) y más tarde recibían a Edoardo (1973). Estuvieron juntos el resto de sus vidas hasta la muerte de Carlo el 10 de enero de 2007 por complicaciones pulmonares a los 94 años. Para ella, la sola idea de contraer matrimonio de nuevo le resulta impensable porque le parece imposible que “pueda amar a otra persona”.
“Si hay algo en la vida que es importante para mí, muy fuerte dentro mío, lo haré sin importar lo que pase. Cuando merece la pena me gusta atreverme”. Fueron las palabras que Sophia Loren dijo a la BBC en 2021 cuando le preguntaron por la importancia de la pasión en su vida. Una frase que sencillamente resume su historia de amor, sorteando obstáculos contra viento y marea.