Mes y medio después de su mediática ruptura, Tamara Falcó e Íñigo Onieva continúan con sus vidas por separado y, con una hipotética reconciliación cada vez más improbable, ambos retoman la normalidad y recuperan la sonrisa demostrando que han pasado página y nada queda de la desolación que siguió al fin de su relación por la filtración de una infidelidad del empresario horas después de anunciar su compromiso matrimonial.
Si hace unos días era Íñigo el que se dejaba ver de lo más sonriente paseando a los perros de su madre por los alrededores de la casa de Carolina Molas en La Moraleja, ahora es Tamara la que, ‘emulando’ a su exnovio, ha reaparecido de lo más sonriente disfrutando de un tranquilo paseo con sus mascotas cerca de la residencia de Isabel Preysler en la madrileña urbanización de Puerta de Hierro, donde se instaló tras su ruptura y donde continúa viviendo mientras ultima los detalles del espectacular ático que adquirió hace un año y al que se mudará en las próximas semanas.
Radiante, la marquesa de Griñón apostó por la comodidad y presumió de su belleza natural sin gota de maquillaje, con una sencilla coleta y un look deportivo de lo más favorecedor y muy diferente a los glamourosos estilismos a los que nos tiene acostumbrados en cada una de sus apariciones públicas: mallas, sudadera blanca con capucha, sneackers y un abrigo de paño azul marino con los que demostró que ella está impecable incluso en chándal.
Divertida y de lo más expresiva, Tamara se mostró pendiente en todo momento de sus mascotas, Jacinta y Vanilla, dos grandes apoyos con los que poco a poco recupera la normalidad tras el mes más convulso de su vida.