La pequeña tienda de Circularium, situada en el distrito bruselense de Anderlecht, ha cambiado de forma radical las tradicionales reglas del comercio. Aquí el dinero o una tarjeta de crédito no funcionan como «moneda de cambio» para adquirir algún producto; para cerrar la transacción el cliente simplemente tendrá que «dar las gracias» por escrito.
La mecánica es simple: cada comprador puede adquirir un máximo de un producto al día de forma gratuita y al salir de la tienda deberá acercarse a la caja para rellenar una tarjeta de agradecimiento que colgará en la pared de la tienda, formando un pequeño «collage» de mensajes de gratitud.
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