El Museo Nacional del Latino Estadounidense tardará aún una década en tener edificio propio en Washington, pero mientras ocupará un espacio en el Museo de Historia Estadounidense con la Galería Latina de la Familia Molina, que abrirá sus puertas al público este sábado con una exposición.
La muestra, titulada «¡Presente! Una historia latina de los Estados Unidos», comprende miles de años desde los primeros pobladores indígenas hasta las contribuciones de los latinos a la sociedad de hoy día.
Es «una obra de amor», como se refirió a ella el subdirector del Museo del Latino Estadounidense, Eduardo Díaz, durante un acto para presentar la exposición.
Díaz se emocionó al recordar el duro trabajo que ha supuesto preparar la Galería Molina para su apertura durante estos últimos siete años.
«En 2011, la Comisión del Museo Nacional del Latino Estadounidense presentó un informe y en otoño comenzaron los esfuerzos por establecer el Museo en el Congreso. Esos esfuerzos… Digamos que no fueron muy lejos durante muchos años», detalló Díaz.
Así, mientras esperaban a una resolución legal que confirmara la puesta en marcha del centro bajo el paraguas del Instituto Smithsonian, que gestiona los museos más importantes de la capital, los responsables del Centro Latino de esta misma institución decidieron en 2015 poner en marcha una galería latina dentro del Museo de Historia Estadounidense.
DE ALMACÉN A SÍMBOLO DEL LEGADO LATINO
El nuevo espacio ocupa una sala en la primera planta, a la izquierda de la entrada al Museo de Historia Estadounidense, que solía ser un almacén, por lo que el equipo del Museo Latino tuvo que renovar y diseñar un espacio desde cero.
La exposición sigue un recorrido cronológico que incluye desde un cuadro del pintor puertorriqueño José Campeche hasta un vestido del activista José Julio Sarria, el primer candidato abiertamente gay a un cargo público en EE.UU., quien fue también drag queen.
El Congreso finalmente aprobó la legislación en diciembre de 2020, y lo que es ahora la Galería Molina pasará a formar parte de un museo de la Historia latina estadounidense, con su propio edificio en el parque central de Washington -el National Mall- o sus alrededores, en algún momento de la próxima década.
El director de este museo será el estadounidense de raíces cubanas Jorge Zamanillo, quien durante la presentación de la exposición dijo a Efe que uno de los cometidos del nuevo centro será el de conectar a las comunidades hispanas de todo Estados Unidos, no solo de la capital.
HISTORIAS DE LA COMUNIDAD
«Uno de los primeros pasos para el Museo Nacional es comunicarnos con todas esas comunidades latinas, es ir de visita a esas comunidades en Estados Unidos a ver qué son las historias que ellos quieren ver en este centro», aseguró Zamanillo.
Este esfuerzo de acercamiento a los grupos hispanos comenzará este mismo año, pero ya se pueden ver ecos en la exposición «¡Presente!» de la Galería Molina, que incluye diversas pantallas interactivas donde los visitantes pueden aprender sobre el trabajo de ciudadanos reales de origen latino, como periodistas o historiadores, por mejorar sus comunidades.
Todo esto con el objetivo de hacer que los latinos estadounidenses puedan verse representados en los museos de la capital, que es uno de los objetivos principales del nuevo centro.
«Vengo de Puerto Rico, de un pueblo muy pequeño, así que venir a trabajar al Smithsonian en este proyecto (…) significa mucho, y para mi familia, ver nuestra historia representada a este nivel… me deja sin palabras», aseguró a Efe la directora del programa de voluntarios y enlaces con la comunidad, Natalia Febo.
Febo lidera los esfuerzos del nuevo museo por establecer enlaces con organizaciones locales que sirvan a las personas latinas para dar a conocer la institución, pero también para desarrollar programas educativos con ellos.
UN LUGAR DE ENCUENTRO ENTRE GENERACIONES
Esta idea tiene su respuesta en el salón de General Motors -una de las compañías que ha donado fondos para la fundación del Museo Latino-, que aspira a convertirse en un lugar de encuentro entre las diferentes generaciones que visiten la Galería Molina.
En el salón se organizarán, por ejemplo, domingos de dominó, donde los mayores podrán ir a jugar mientras los niños leen libros sobre la historia de los latinos estadounidenses o aprenden sobre la comida y tradiciones de las comunidades hispanas.
También alojará charlas y talleres con líderes de la comunidad latina de todo el país, y permitirá hacer tours virtuales de la galería para escuelas situadas lejos de Washington.
Aunque todavía queda mucho trabajo por delante -se espera que el Smithsonian apruebe la nueva localización del museo a finales de año- y mucho dinero por recaudar -unos 500 millones de dólares-, todas estas iniciativas muestran el potencial de una institución que aspira a ser un punto de conexión de la experiencia latina en EE.UU.
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